Por Ivonne Vargas

En el futuro se prevé una nueva visión en salud digital, para crear y consumir contenidos y aplicaciones de una manera ‘más sana’.

Cuando se piensa en tecnología y bienestar una de las primeras imágenes que se generan son las aplicaciones para establecer y cumplir metas de salud física y emocional. O quizá estés volteando la mirada hacia tu reloj Fitbit.

Técnicamente, esto es parte de esa categoría creciente que se conoce como ‘tecnología del bienestar’. Según cifras a nivel global, una persona pasa -en promedio- un total de seis horas y 55 minutos al día mirando una pantalla. ¿En realidad eso es positivo para la salud?

El reporte The Future of Wellness, de Global Wellness Trends, destaca una gran oportunidad para reajustar nuestros hábitos tecnológicos, para que bienestar y tecnología sean una mancuerna más saludable.

A menor esfuerzo posible, mayores consecuencias negativas

De acuerdo con este reporte, estamos más involucrados con la tecnología que nunca. No es difícil entender por qué, sí, por un lado, la pandemia impulsó el trabajo, la escuela, los eventos sociales y hasta las clases de gimnasia en línea y, por otro, la tecnología se ha vuelto demasiado fácil de usar. La obsesión por hacer que las cosas sean fáciles de resolver nos ha vuelto adictos, pues en un solo clic tenemos todo: reproducción automática, noticias, compras, etc.

“Hemos hecho un mundo de aplicaciones que trabajan con ‘lo menos que puedes hacer’ y ello está afectando la salud mental de las personas”, dice Jenna Bilotta, ex gerente de diseño de Google.

Mirar una pantalla todo el día no es lo deseable. Un estudio de 2021, realizado por investigadores y expertos en salud ocular de Singapur, Australia, China y Reino Unido, encontró que altos niveles de tiempo de pantalla de los dispositivos inteligentes están asociados con un riesgo 30% mayor de presentar miopía. Además, cuando se combina con el uso excesivo de computadoras, ese riesgo aumenta a 80%.

Otro problema es la luz azul que emiten los dispositivos. Un estudio reciente de la Escuela de Medicina de Harvard confirmó que este tiempo de iluminación interrumpe el ritmo circadiano, lo que significa tener menos horas de sueño y un mayor riesgo de presentar depresión, diabetes y problemas cardiovasculares.

Si la tecnología no nos está haciendo bien, ¿cómo lo arreglamos? Para muchos la respuesta es con más tecnología. Dopavision, con sede en Berlín, busca contrarrestar los efectos negativos del tiempo frente a la pantalla con una aplicación de juegos para niños, la cual utiliza señales de luz para no afectar el globo ocular. En contraste, esto requiere pasar aún más tiempo mirando una pantalla.

Aquí es donde entra en juego el bienestar tecnológico: uno que no solo remedie el costo de la tecnología en nuestra salud mental y física, sino uno que ponga la salud en el centro del cómo –y con qué frecuencia–  nos estaremos relacionando con la tecnología a largo plazo.

Lo que se prevé a futuro es que trataremos nuestro ‘consumo de tecnología’ como lo hacemos con nuestra ‘ingesta de alimentos’, buscando tener más cuidado respecto a cómo podría afectar a nuestra mente, cuerpo, emociones y bienestar general.

La startup AeBeZe Labs llama a esto ‘Nutrición Digital’, y ya está buscando las herramientas para comprender mejor el “valor nutricional” del contenido que se consume, midiendo su impacto en los niveles de serotonina, endorfinas, concentración, imaginación y más.

Su objetivo es ayudar a las personas a tomar decisiones digitales más inteligentes y saludables, lo que, según su fundador y director ejecutivo, Michael Moskowitz, debería comenzar con un etiquetado universal.

Para que un concepto de este tipo tenga éxito se requiere de un nuevo tipo de colaboración entre la industria de la tecnología y la del bienestar. Y ese es exactamente el punto en el que se deben centrar la conversación. Es fundamental que la industria del bienestar tenga un papel protagónico en la configuración del futuro de la tecnología.

Esto es tanto como imaginar que los diseñadores de apps y dispositivos trabajen de la mano de psicólogos para desarrollar plataformas que pusieran a la salud mental por encima de todo, desde el principio. O que las empresas de tecnología consultarán a los médicos para desarrollar “el mejor teléfono inteligente para ti”, aquel que minimiza la fatiga visual, el dolor de cuello por estar texteando por un largo periodo y que, además, te haga cumplir los límites diarios.

¿Qué tal si los principales expertos en salud desarrollaran estándares universales de bienestar para la tecnología, creando un nuevo sello de aprobación para el consumidor? ¿Y si hubiera clínicas que trataran la adicción a las redes sociales de la misma manera que se trata la adicción a la nicotina?

Estos son el tipo de preguntas que se harán más frecuentes, mientras su respuesta avanza, lanzo otra pregunta que es ¿cómo consumimos de manera personal la tecnología vinculada a bienestar?